Si tenemos que hablar de uno de nuestros productos estrella de nuestra sección de dulces, sin duda alguna uno de los que más nos gustan al burrito y a mí son los barquillos artesanos, que vienen directos de Sevilla.

Aunque el barquillo es un postre que tiene muchísima tradición (se sabe que era muy consumido en la Edad Media) y ha marcado a todas las grandes ciudades españolas desde siempre, (¿quién no recuerda al barquillero en la feria del barrio), hemos querido aprender un poquito más del proceso de cómo hacen estos dulces tan sencillos y tan buenos.

Probablemente sea porque es un producto que a pesar del paso del tiempo se mantiene lo más artesanal posible. En el obrador de La Dulcería, siguen guardando la maquinaría que utilizaban en el siglo XIX y que, curiosamente, sigue siendo parecidísima a la de hoy en día.
La masa es muy sencilla y de consistencia ligera, sigue siendo su receta de siempre, con su sello particular de la canela que utilizan para aromatizarlos, la culpable de que todo el establecimiento huela a gloria. Para hacerlos, se añade la masa justa a las planchas ya calientes que tienen el tramado clásico de estos barquillos, se cierran y se doran bien dándoles la vuelta hacia la fuente de calor para que se reparta bien por ambos lados. Rápidamente, se sacan con cuidado y se dejan enfriar sobre cilindros que le dan la forma, o se doblan a mano para formar los deliciosos abanicos que una vez fríos son sumergidos en chocolate derretido. ¡Una delicia, vaya!