El fino Tres Palmas es sencillamente sublime y nos marca esa delgada línea que separa la crianza biológica de la oxidativa, aportando, además, ligeros y elegantes aromas amaderados, con un final cremoso, sápido y salino.

Fino amontillado, la crianza biológica al límite entre la vida y la muerte. Son 10 años de crianza en botas de roble en contacto con la flor, lo que le otorga su carácter único. Una sola bota, la n° 17 de entre las 149 botas de esta solera histórica de la Bodega de «La Constancia».

Una sola bota, la nº 33, ha sabido este año, llevar a Tío Pepe hasta su noble madurez, 10 años de crianza biológica con testigos de la cesión a la oxidación más elegante. Fino amontillado que expresa como nadie la jerezanía de un vino grande.

Esta edición de los Finos Palmas en la que he tenido la inestimable ayuda de Ray Isle, reconocido experto en el mundo del periodismo vitivinícola y apasionado por los vinos de Jerez, representa en sí misma una formidable clase magistral sobre la crianza biológica y la capacidad de Tío Pepe para evolucionar en el tiempo.