Se trata de una de las piezas más infiltradas del cerdo ibérico, con una gran jugosidad a la hora de comer debido a la textura tan infiltrada de la pieza. Antiguamente su nombre era el de “cruceta Ibérica”. Tiene forma de un abanico alargado está situado entre la paleta y la zona del cabecero.

Ideal para la plancha o para una barbacoa, únicamente necesita sal para poder disfrutar de toda su jugosidad.